La década del veinte del pasado siglo fue decisiva para la realización de nuevos proyectos, según se recogen en la historia del acueducto de Santiago de Cuba, pues esas importantes obras mejorarían el deficiente servicio que existía en la urbe en ese entonces.

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Se firmaron varios decretos leyes entre los cuales se encontraban el del 22 de mayo de 1918 y el del 10 de julio de 1920.

Con el primero se pretendía utilizar las aguas de la cabecera del río Baconao mientras que para el segundo se otorgó un crédito que permitía invertir hasta la cantidad de dos millones de pesos, para llevar a cabo las obras recomendadas por el ingeniero míster Potter.

El gran reto del abastecimiento del agua en Santiago de Cuba

Desde siempre, uno de los grandes retos de las administraciones municipales de Santiago de Cuba lo fue, sin dudas, el abastecimiento de agua.

Por eso a partir de 1921 comenzaría un nuevo intento por mejorar las necesidades de la población, cuando a solicitud del ingeniero Octaviano Navarrete, jefe interino de Obras Públicas, se abogó por sanear los embalses del viejo acueducto.

Los mismos estaban abandonados, llenos de basura y convertidos en lodazales. Sin embargo, la higienización de las represas sólo mejoró temporalmente el servicio del ansiado líquido.

Otra iniciativa de la jefatura de Obras Públicas de Santiago de Cuba fue la aprobación en 1923 de la propuesta de la Compañía Eléctrica, de bombear las aguas de los pozos de San Juan por medio de la electricidad, con la instalación de técnicas adaptadas a las condiciones de esta zona.

Bombeo del agua desde los pozos de San Juan.

Con dicho procedimiento se disminuiría el gasto de combustible y se reducirían las interrupciones en el servicio de abastecimiento.

Las costosas obras se llevaron a subasta el 10 de julio de 1923. El periódico El Cubano Libre publicó que para «la ejecución de las obras de apertura de pozos y galerías, e instalación de tuberías de conducción, bombas y motores, y líneas de transmisión eléctrica, debía moverse todos los recursos al valle de San Juan» [1]

Instalación de las nuevas tecnologías para este servicio desde San Juan.

Concurrieron tres pujadores: los señores Luis Magarolas, Severino Veiga Pérez y Jerónimo Vila Roca. Este último, con una oferta menor que la calculada por el presupuesto de la secretaría de Obras Públicas, fue el ganador.

Nuevos proyectos, nuevo acueducto para Santiago de Cuba

A la ciudad de Santiago de Cuba aún le urgía un mejor abastecimiento de agua, un problema heredado de siglos pasados.

Por esa razón el ejecutivo municipal anunció el proyecto de Leticio Salcines Morlote,[2] para abastecer de agua a la ciudad desde los afluentes de los ríos Baconao e Indio. Los planos, memoria descriptiva y una tarifa con un presupuesto, ascendieron a 5,894,387.45 pesos.[3]

El proyecto fue enviado a la Comisión de Hacienda y Presupuesto y luego a la Cámara Municipal. Al Llegar al secretario de Obras Públicas se decidió crear una Comisión Nacional para licitar las obras del acueducto de Santiago de Cuba, por lo costoso del proyecto presentado por el ingeniero Salcines.

En 1924, ante la necesidad de proyectos menos costosos, el presidente Alfredo Zayas publicaba en la gaceta Oficial una convocatoria para personas naturales y jurídicas que desearan presentar proyectos para el acueducto de la ciudad, con el objetivo de ser analizados por la comisión integrada por el secretario de Obras Públicas, Aurelio Sandoval; el ingeniero Eduardo J. Chibás, asignado por la Sociedad de Ingenieros; el ingeniero Ulises Cruz Bustillo, nombrado por el Centro de la Propiedad Urbana de esta población; Isidro Jauregui, como ingeniero jefe de Obras Públicas de esta provincia, y el ingeniero Ildefonso Moncada Madariaga, designado por el Consistorio.

Se presentaron varios proyectos. El dictamen favoreció al denominado «Río Mogote», de 1924, a propuesta del ingeniero Antonio Calvache, que fue considerado el mejor estudio técnico.

Proyecto “Río Mogote”, insuficiente para una ciudad en crecimiento

Consistía, a grandes rasgos, en la construcción de una represa en cada uno de los ríos: Mogote, Contramaestre, Cauto y Cañas.

Estas represas, de unos 150 metros de largo por 20 de alto, debían suministrar agua a la localidad por gravedad y mediante un conducto de hormigón armado de 2 metros de diámetro; el conducto tendría 70 kilómetros de largo, de los cuales 15 serían de túneles y dos de sifón. La diferencia de elevación entre la primera de ellas y la ciudad se estimaría aproximadamente en 200 metros.

Con el propósito de intensificar las construcciones ingenieras, la Secretaría de Obra Públicas designaría un personal adicional. Al frente de la obra estaría el ingeniero Benito Rodríguez,[4] y como segundo jefe de las obras, Eduardo L. Montolieu.[5]

En 1925 se confirmaría la noticia de que el general Gerardo Machado viajaría a Oriente para el acto de colocación de la primera piedra de las obras del acueducto de Santiago de Cuba.

Sin embargo, el proyecto del ingeniero Antonio Calvache fue desacreditado por Eduardo Beltrán, representante a la Cámara, quien planteó que en un futuro la población tendría un crecimiento y las nuevas industrias de la ciudad necesitarán mayor cantidad de agua para abastecerse, por lo que la propuesta no resolvería esta situación. Este proyecto de acueducto no fue ejecutado.

Nacimiento de la obra cimera de la ingeniería hidráulica en el oriente de Cuba

En 1926 se realizó otro estudio para propiciar la concreción del necesario sistema de acueducto para la población, ¿pero sería este el definitivo?

La nueva y definitiva propuesta se apoyaría en el proyecto del río Cauto ubicado a 20 kilómetros de Dos Palmas. En este sitio existían, según cálculos del ingeniero Fernández Cuervo, un promedio de cinco millones de galones de agua, con un canal de 130 kilómetros, una precipitación media de 20 pulgadas anuales, y un rendimiento de 20% de evacuación.

La obra, una represa que conformaba un embalse de 3 500 millones de galones de agua, debía abastecer a la ciudad de 2,4 millones de galones diarios del preciado líquido.

El embalse constaría de tres secciones: la primera, de 170 metros de largo, estaría construida de hormigón armado, un dique de tierra con muro central de cemento de 297 metros de largo y 2 vertederos o aliviaderos de superficie de mezcla, uno de 100 metros y otro de 77 metros de largo.

La elevación del embalse fue de 192 metros, sería edificado de hormigón armado, con su torre de toma, compuertas y válvulas necesarias para la manipulación del agua.

Además, se construiría una torre reguladora de presión con el aliviadero en la cota 180, para evitar que la tubería fuera sometida a la presión correspondiente a la cota máxima de 192 metros.

De este lugar partiría una instalación de hormigón, de 42 pulgadas de diámetro, hasta el punto de convergencia de los conductos análogos que trasladarían las aguas del río Cañas.

La tubería de conducción, de 52 pulgadas, poseía una capacidad de 45 millones de galones de agua diarios, hasta la entrada del túnel del Yarayabo. En esta entrada se erigiría una cámara de descarga con aliviadero de superficie, a fin de evitar que el conducto quedase sometido presiones por cualquier accidente u otra contingencia imprevista.

El túnel contaría con 7 pies de diámetro, revestido por cemento, con una capacidad de 70 millones de galones de agua por día.

Esta instalación descargaba en el embalse de Las Cuabas, por un tubo de 36 pulgadas para su entrada de los tanques de decantación que, al efecto serían construidos en la Loma de Quintero, a una cota de 90 metros.

En este lugar el agua era sometida a una doble variación, procediéndose a su filtración y desinfección con cloro. Finalmente se recogería en el tanque de distribución ubicado en la parte más alta de la ciudad [6]

El estudio estuvo a cargo de Sullivan Machinery Company, de Chicago. Las obras llevadas a subasta deberían realizarse de conjunto con el alcantarillado y la pavimentación de la localidad. Para la obra ingeniería, el secretario de Obras Públicas, Carlos Manuel de Céspedes, propuso una suma de 10 millones de pesos.

El señor José Caminero, delegado del secretario de Obras Públicas, vino en 1928 a Santiago de Cuba a inaugurar las obras del acueducto. En su discurso planteó que esta capital tendría en breve su acueducto, según promesas del general Machado. Más adelante, dio a conocer a los encargados de edificar la obra: los ingenieros José Antonio Buch y Arturo Beltrán.[7]

El 20 de julio de 1929 el alcalde municipal hizo declaraciones sobre la situación del agua en la ciudad planteando que en cuestión de veinte días estarían terminadas las labores constructivas.

Sin embargo, las obras se paralizaron por el desvío del presupuesto del acueducto de la ciudad para concluir la ornamentación del Capitolio Nacional, lo que reporta 1 300 000, 00 pesos despilfarrados.

Ante esta situación quedaron sin trabajo unos 200 obreros. Los congresistas orientales Fernández Beltrán, Arístides Rodríguez y José Alberni Yance, se congregaron en la Secretaría de Gobernación y Hacienda, exigiendo la conclusión de esta obra.

La terminación de las obras no resolvería el problema, pues los niveles de agua acopiados disminuían, hasta convertir la situación en un caos. El ciclo del servicio en Santiago de Cuba se alargó entre 3 y 4 días, lo que afectaba la vida social e industrial; la represa del río Cañas, construida en el embalse de Charco Mono, era un fracaso si se pretendía mejorar el servicio.

Así concluyó la primera parte de la obra cimera de ingeniería hidráulica en la región oriental del país, terminada con posterioridad en 1939.

No obstante, los depósitos de la Loma de Quintero, los embalses y los sistemas de conductos, estuvieron esperando la terminación de este proyecto anhelado por los pobladores de esta ciudad.  


[1] BPECFRV. «Los pozos de San Juan, la subasta de las obras ha sido adjudicada al Sr. Vila Roca», en El Cubano Libre, año LV, # 166, martes 10 de julio de 1923, P.1

[2] José Leticio Salcines Morlote ( Guantánamo 1889 –  ?). Arquitecto e ingeniero eléctrico y civil, de variada actividad proyectual tanto para su natal ciudad como para todo el país. Sus obras más conocidas son: el Palacio Salcines, la Plaza del Mercado y el colegio Sagrado Corazón de Jesús de los Hermanos La Salle.

[3] Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba (AHPSC),  Fondo Gobierno Municipal, Sala Acta Capitulares, Libro no. 27, p. 432.

[4] El ingeniero Benito Rodríguez se desempeñó como segundo jefe de las obras del acueducto, alcantarillado y pavimentación de la ciudad de Camagüey.

[5] Eduardo L. Montelieu, tiene gran experiencia por haber participado en la construcción de las obras del alcantarillado de La Habana.

[6] BPECFRV, «Mañana, los estudios para el acueducto», en Diario de Cuba, año IX, · 234, sábado 31 de julio de 1926, p.1

[7] Ibídem, «Discurso pronunciado por el Señor Caminero, Delegado del Secretario de obras Públicas en el acto de la inauguración de las obras del acueducto de Santiago», en Diario de Cuba, año XII, · 2, domingo 1 de enero de 1928, p. 33.

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