Por muchos años los Santiagueros y visitantes hemos podido disfrutar de la bella Arquitectura del imponente “Club San Carlos” un nombre en honor al rey Carlos IV de España, para la generación de los años 60 del siglo pasado “El Palacio no del Rey, sino de los Matrimonios”, nombre que se apoderó del edificio cuando en los años 70’s ocupó esta función de celebración y unión.

La posición exacta del Club San Carlos en la hoy en día esquina de las calles San Pedro y Aguilera, coincide según los apuntes recogidos por el primer Alcalde de la ciudad Emilio Bacardí, en sus Crónicas de Santiago de Cuba, Volumen I, con la residencia que ocupó y cito:
“en el ano 1640 Pedro de la Roca y Borges, caballero de la Orden de Santiago, Gobernador de esta ciudad, comenzó la construcción del castillo de San Pedro de la Roca (El Morro) y una casa de vivienda en el lugar que ocupa el Club de San Carlos hoy”.
Pedro de la Roca de Borja fue un noble español y gobernador colonial de Santiago de Cuba desde 1637 a 1640 o 1643 del siglo XVII. Fue miembro de la prestigiosa familia de la Casa de Borja. La casa de Borja fue una casa noble con origen en el pueblo aragonés de Borja y establecida en Játiva, reino de Valencia, posteriormente en Gandía y la península Itálica. Fue muy influyente durante el Renacimiento, produciendo dos papas: Calixto III y Alejandro VI. Su nombre original es Borja, apellido aragonés procedente de su localidad de origen. La grafía fue latinizada para algunos de sus miembros que son conocidos como Borgia.
En 1637, Pedro de la Roca de Borja asumió el cargo de gobernador español de Santiago de Cuba, cargo ocupado hasta esa fecha por Juan de Amezqueta Quijano. Pedro de la Roca Fue sucedido como gobernador de la ciudad por Bartolomé de Osuna en diciembre de 1643.
Su mayor legado a la ciudad fue la creación del “El Castillo de San Pedro de la Roca” con vista a la entrada de la Bahía de Santiago y que sirvio como defensa contra los asaltos de piratas y competidores coloniales, la fortaleza fue nombrada en honor de Borja y su residencia en la esquina de la actual calle San Pedro y Aguilera donde existe hasta nuestros días el Club San Carlos.

Muchos años después en pleno siglo XIX , la residencia fue ocupada por Don Bartolomé Portuondo y Rizo y familia, el Marqués de las Delicias de Tempú, por otro Real despacho del 9 de marzo de 1832, una de las familias de la nobleza Santiaguera.
El fundador de la familia Portuondo en Cuba fue don Francisco Portuondo y Cózar, natural de Madrid y oriundo de Vizcaya, quien se estableció en Santiago de Cuba a mediados del siglo XVII, y fue Regidor de su Ayuntamiento.
En 1801, Carlos IV promulgo una real orden de gracias, publicada en La Habana en 1795, y completada con el arancel 1801, este último detallaba los servicios monetarios requeridos para solicitar las gracias, entre las que se incluía, la legitimación de hijos naturales de uniones consensuales, de hidalgos casados.
Esta real orden permitió al hijo de María Bravo y Juan Francisco Portuondo, el Santiaguero Bernardo José Portuondo y Bravo, acceder a la condición de hidalgo, y a sus dos hijos, dos de los cinco títulos nobiliarios de Santiago de Cuba: El Marqués de las Delicias de Tempú y el Conde de Santa Inés.
Bernardo José Portuondo y Bravo contribuyó con varias acciones a la Corona y por Real Cédula del 19 de noviembre de 1779, se le otorgó a su esposa y su mujer Doña María Gabriela Rizo y Zebedes, el patronato y el derecho a construir la iglesia de la Santísima Trinidad.
Después de 1786, amparados por Real Cédula, los hijos de ambos cónyuges llevarán el apellido Portuondo Rizo y fundarán los respectivos mayorazgos.
“Iglesia de la Santísima Trinidad.General Moncada no 259 entre José M. Gómez (Habana) y General Portuondo (Trinidad).
Edificación que sus orígenes se remontan a 1730, cuando el benefactor santiaguero don Bernardo Portuondo Bravo, fue autorizado para la fabricación de un templo católico, tarea a la cual se dedicó hasta su muerte, y fue continuada por su esposa, doña Gabriela Rizo.
La edificación terminada el 1 de junio de 1787, se erigió en parroquia auxiliar en 1803 por autorización del arzobispo de la ciudad, y fue declarada como parroquia independiente a mediados de siglo”.




Don José Joaquín Portuondo y Rizo, el primogénito de la familia Portuondo- Rizo fue el Alcalde de Santiago de Cuba, ostento el título de Conde de Santa Ines por Real despacho de 23 de diciembre de 1819.
Conde de Santa Inés se casa en la Catedral de Santiago de Cuba el 2 de agosto de 1795, con doña María del Rosario Herrera y Moya y López de Cangas, hija de Don Alonso Herrera y Moya y González Regüeiferos, y de doña Catalina López de Cangas y Hechavarría. Tuvieron por hijos a: María de la Caridad, José María, Rita, Bernardo y José Antonio Portuondo y Herrera y Moya.
Su hermano, Don Bartolomé Portuondo y Rizo, fue declarado Marqués de las Delicias de Tempú, por otro Real despacho, el 9 de marzo de 1832.
El “Club San Carlos”, se había inaugurado con el nombre de “Academia San Carlos”, siendo cubanos y franceses la mayoría de sus fundadores. Radicaba en los altos de la calle Santo Tomas #1 y se establece como una Sala de Esgrima que funcionó ininterrumpidamente desde su fundación hasta el cese de la dominación Española en Cuba.
Luego de trasladarse varias veces de local, se estableció definitivamente en la antigua residencia de don Don Bartolomé Portuondo y Rizo, marqués de las Delicias de Tempú.
En 1864 tomó el nombre de “Club San Carlos”, título más acorde a sus funciones e incrementó su membresía con lo mejor de la sociedad comercial e intelectual de la ciudad. Las actividades del club incluían recepciones, bailes de etiqueta, de disfraces, reuniones políticas, actos de homenaje, actividades conmemorativas y banquetes.
En 1899 fue el primer edificio de la ciudad que enarboló la bandera cubana.

A finales de la primera década del siglo, sus socios se plantean construir un nuevo y lujoso edificio como sede, cuya imagen fuera más representativa de la categoría de la institución y para ello es demolida en 1906 la antigua construcción.
A fines de 1909 comienza la construcción del nuevo edificio que hoy conocemos, fue proyectado y edificado por el arquitecto Carlos Segrera y la obra concluyó en el año 1913, a un costo de 150 mil pesos, más 50 mil el solar.
Arquitectura de estilo Ecléctico con una composición armónica de su fachada principal, resulta agradable por estar concebida con amplios corredores en segunda y tercera plantas, una solución arquitectónica adecuada al problema del asoleamiento en una zona orientada al oeste. Algunos de los elementos arquitectónicos clásicos de este inmueble son los arcos de medio punto decorados, las incisiones horizontales en las fachadas, los balaustres de piedra, las columnas corintias, entablamentos ricamente ornamentados, frontoncillos, guirnaldas decorativas y rejas como filigranas.
Fue uno de los principales lugares de reunion social, representantes de la cultura cubana como Regino Boti, Max Henríquez Ureña y Emilio Bacardí Moreau pronunciaban allí sus conferencias, mientras músicos catalanes como Magín Carbonell Regual, Enmanuel Alen y Ernesto Cervera ofrecían brillantes conciertos.
Una nota, representativa de sus actividades sociales, es la que nos brinda el cronista Carlos E. Forment, que nos detalla lo acontecido, el 19 de agosto de 1916:
“…Epílogo brillante de la temporada de carnaval ha sido el baile que esta noche celebró el Club San Carlos con numerosa y distinguida concurrencia, que al dar las doce campanadas la Catedral, se rompió la piñata que estaba colocada en el centro del salón; al tirar de la cinta la bella señorita Berta Taquechel, descubriendo numerosos y finos regalos que se repartieron entre las damas. Luego se sirvió un buffet espléndido y comenzó el baile que terminó con las primeras clarinadas del día 20…”







Después de un pequeño temblor de muy corta duración, acontecido el 2 de febrero de 1932, al que no se le dio mayor importancia, en la madrugada del día siguiente, toda la ciudad fue sacudida por un violento temblor, con las características de un verdadero terremoto, produciéndose el mayor pánico registrado hasta entonces en la historia de Santiago de Cuba. Todos los grandes edificios de la ciudad sufrieron, en mayor o menor medida, considerables estragos. Y a esto no escapó el nuevo edificio del “Club San Carlos”, destruyéndose por completo su tercera y última planta, la que fue definitivamente demolida, quedando la imagen que hoy podemos apreciar.

Entre las muchas anécdotas de que se puede enorgullecer el bello edificio se cuenta el haber recibido en sus salones al genial José Raúl Capablanca.
La primera visita del genial ajedrecista a tierras orientales. En los primeros días del mes de febrero de 1912, Capablanca fue la atracción de los días santiagueros. A su llegada por vía férrea fueron a recibirlos representantes del “Club San Carlos”, el Unión Club, el Centro de la Colonia Española, así como una gran cantidad de admiradores.
El día 3 se le ofreció una función de beneficio por parte de la compañía de Virginia Fábregas, luego que dedicara la mañana a jugar algunas partidas en la sede del “Club San Carlos” que aún no se radicaba en el sitio mencionado, al lado del Hotel Casa Granda, incluida una con el niño de diez años Santiaguito Fals.
Por esos días también se le ofreció un banquete en el Ayuntamiento de la ciudad y la liga de béisbol le dedicó el importe recaudado por un juego de exhibición en su honor.
En el año 1938 el excampeón mundial ofreció una simultánea de 34 tableros, con la particularidad de que en cada tablero se enfrentaría a tres contrarios a la vez, por lo que en total se enfrentó a 102 ajedrecistas. Al finalizar la exhibición, Capablanca acumuló 30 victorias, tres tablas y una derrota; esta última ante el trío de jugadores representantes de Bayamo, formado por Julián Reyes, Alfredo Uguet y Blas Domínguez, en un encuentro que comenzó a las nueve de la mañana y se extendió hasta las tres de la mañana del día siguiente.
Se cuenta que al declinar su rey, Capablanca exclamó: “Falso movimiento”, mostrando un disgusto que no le permitió saludar a sus rivales.
En esa época J.R. Capablanca ya rondaba los cincuenta años y su salud ya no era la misma. En ese propio 1938, había sufrido un pequeño accidente cerebrovascular, que lo llevó a una pálida actuación en el torneo AVRO. Sin embargo, todavía era uno de los jugadores más fuertes de su época y lo demostró con su excelente actuación en el primer tablero cubano en la Olimpíada de Ajedrez de 1939, en Buenos Aires, donde terminó por delante de Alekhine y Paul Keres.
Otra de las anécdotas interesantes relacionada con la Familia de rango y abolengo Portuondo y Rizo, es el referente a la desendencia de los dos varones Santiagueros, el Conde de Santa Inés y el Márquez de las Delicias de Tempú, este último caballero dueño de la residencia que se convertiría posteriormente en el afamado “Club San Carlos”, y dueño también de la increíble historia que tiene la maravilla de entrelazar con hilos invisibles el pasado con el presente.
La historia salió a relucir hace décadas cuando uno de los descendientes de esta familia Santiaguera Portuondo y Rizo, el senor Arturo José Portuondo Illas, quien había quedado a cargo del libro-documento original con el nombramiento de los citados títulos nobiliarios, donde se describe la genealogía familiar, con firma y cuño aprobatorio del rey Fernando VII, decidió entregarlo al Museo de La Habana, en la década del setenta del siglo XX, donde se conserva para evitar su deterioro.
En este libro familiar describe la interesante y triste historia de Bartolomé Portuondo Alfaro, a quien llamarían Bartolo y llevaría por nombre el de su padre el Marqués de las Delicias de Tempú, Bartolomé Portuondo y Rizo, no pudo tener Bartolo un origen más humilde y traumático, dada la furtiva relación de un descendiente de tal linaje, con una negra de la servidumbre. El padre, militar de carrera por más seña, tuvo el valor de darle el apellido.
Bartolo, se unió en matrimonio con Esperanza Peláez, de origen asturiano, blanca y aristócrata, a quien había conocido desde la niñez,de esta union nació la conocida cantante Omara Portuondo, en esos años ya era un destacado jugador de cuadro, receptor y jardinero, que bateaba y tiraba a la derecha. Nació el 24 de agosto de 1894, en el barrio de Cayo Hueso, La Habana (otras fuentes lo ubican en 1893) y el 26 de mayo de 1981 falleció viudo, en su ciudad natal.
Mucho más feliz habría sido Bartolo, si la vida le hubiera permitido compartir con Omara toda la gloria de una inmarcesible carrera. Él la apoyó como nadie y la llenó de consejos con su innata capacidad para la música. Acompañó a sus hijas en diferentes escenarios, sin poder evitar la añoranza de su esposa y las implacables huellas del tiempo.







Para finalizar este pasaje por la historia de unos de los edificios más imponentes del casco histórico de Santiago de Cuba, el “Club San Carlos” los dejo con esta colección de su diseño interior, una muestra de arquitectura refinada y el buen gusto de Carlos Segrera.
































Referencias: Ecured, Wikipedia, Librería digital de la UM.