En el año 1537 se incrementaron las disputas por la gobernación de los dominios españoles en América, ante tal situación el emperador Carlos I de España decidió enviar una fuerte expedición a Cuba para fortalecer aquella importante colonia española, con este objetivo envió a Santiago de Cuba al extremeño Hernando de Soto que se había distinguido en la conquista del Perú.
Emperador Carlos I de España
El día 7 de junio de 1538, llegó el nuevo gobernador a Santiago de Cuba al frente de una flota compuesta de más de 20 naves, acompañado de su mujer Isabel De Bobadilla Penalosa Dávila, del cartujo Fray Diego Sarmiento, consagrado obispo de Cuba y la Florida y de cerca de un millar de soldados bien entrenados y experimentados para apoyar al líder militar ibérico en su viaje a tierras americanas.
Isabel De Bobadilla Hernando De Soto
Santiago de Cuba era todavía Capital de la Isla cuando el nuevo Gobernador llego a la ciudad, no existía fortaleza para defenderla de los constantes ataques de Corsarios y Piratas.
El 30 de marzo de 1539 el alcalde mayor, Bartolomé de Ortiz, delegó la su construcción de un baluarte en el puerto al nuevo Gobernador General Hernando de Soto, en esa fecha hacía más de 14 años que Diego Velázquez había muerto, exactamente faltaban tres meses para conmemorar la muerte del Conquistador y Gobernador Diego Velázquez de Cuéllar en Junio de 1524, es esa la razón por la que les introducía el tema en el título de la Historia, “el nombre del Balcón que Velázquez le robo a De Soto” y es que realmente su nombre debió ser “El Balcón de De Soto”, quien personalmente en el 1539 inició su construcción, la disputa por el mérito del afamado Balcón Colonial Santiaguero surge debido a que en más de un libro se afirma que su estructura se ubica donde Diego Velázquez de Cuéllar, el Adelantado, mandó a edificar el primer fortín de la ciudad. Sin embargo, investigaciones posteriores sostienen que aquel bastión se debe en verdad a Hernando de Soto, gobernador de la isla.

Ahora despues de entendido el tema, quisiera hacerles el relato de cómo se desarrollaron los hechos para desembocar en otra increíble historia no de Balcones sino de amores y un triste final.
Aquí les cuento, corrían aquellos tiempos cuando la Gobernación de la Capitanía General de Cuba estaba sujeta a las leyes y costumbres del Imperio Español. Tiempos en que las colonias de America se convirtieron en disputa entre los colonizadores.
El Rey Carlos I de España decide mandar una gran expedición a Cuba, una de las más codiciadas para fortalecer aquella tan importante colonia Española, con este objetivo envió a Santiago de Cuba al extremeño Hernando de Soto.
El 7 de Junio de 1538 llega De Soto a Santiago de Cuba con una flota armada que se componía de los galeones San Cristóbal, Buena Fortuna, Magdalena, Concepción, San Juan, San Antonio y Santa Bárbara, una carabela y dos ligeros bergantines; era piloto de la expedición Juan de Añasco y capitanes Ñuño Tovar, Luis Moscoso de Alvarado, Andrés de Vasconcelas, Arias Tinoco, Alonso Robo de Carcleñosa, Diego García y Pedro Calderón; figurando entre los cabos de la tropa Carlos Enriques, el genovés Alicer de Espinóla, Dionisio de París, Rodrigo Gallego, Francisco del Pozo y Diego Bañuelos; la propagación del culto católico estaba encomendada a una misión compuesta de cuatro clérigos y otros tantos dominicos, a cargo de Fray Luis de Soto, primo del jefe de la expedición.
El día 8 de junio tomó formalmente su cargo Hernando de Soto, mientras que en la Alcaldía mayor fue ubicado Bartolomé de Ortíz.
En los años anteriores a la llegada del nuevo Gobernador De Soto, exactamente en el año 1532, al tomar residencia del gobierno de Gonzalo de Guzmán, el licenciado Juan de Vadillo rindió un informe final a la Reina y cometó sobre la situación en la bahía:
«Yo hice un torrejón encima de la entrada, que viéndole los navegantes, vendrán derecho al puerto. No se ha hecho en él otra obra pública, sino un muelle que hizo el licenciado Zuazo cuando allí estuvo, sin el cual era muy difícil la carga y descarga por los muchos mangles y ciénagas que hay».
En el sitio donde se levanta actualmente el Castillo de El Morro, se erigió un torrejón de madera, utilizado durante varios años por los «velas», encargados de vigilar las naves que llegaban o pasaban cercanas al puerto y avisaban para evitar los ataques sorpresivos de los corsarios y piratas.
Después de muchos informes, sugerencias y quejas sobre la necesidad de la defensa de Santiago de Cuba, el 30 de marzo de 1539 el alcalde mayor, Bartolomé Ortiz, dio a conocer al Consejo de Indias que en esa fecha llegó a la isla en compañía del Gobernador De Soto, quien comenzó la edificación de un baluarte defensivo en el puerto, «el mejor remedio contra los franceses», según sus propias palabras.
Los alzamientos de los indios, obligaron a parar muchas veces la obra, pues el dinero y los hombres dedicados a este objetivo, se desviaban para reprimir a los nativos de Baracoa, Baitiquirí y las zonas aledañas a Santiago de Cuba.

Ante tantas dificultades para concluir la fortaleza iniciada por Hernando de Soto, los propios vecinos hicieron «un reparo de madera y tierra». Lo cierto es que fue lenta la terminación del revellín, el cual quedó listo en la década de 1550.
La estructura inicial del revellín se trató posiblemente de una estructura triangular al lado de un foso cuyo objetivo era dividir la fuerza atacante y proteger mediante fuego cruzado, situado en el puerto, y cabe la aclaración, porque usted se preguntará..qué tiene que ver el Puerto con el Balcón ubicado en la calle San Basilio?, y es que recordemos que en esa época las aguas de nuestra bahía llegaban hasta la calle Gallo y había un brazo de mar que llegaba desde la actual calle San Basilio hasta Hospital (Padre Pico), a pocos metros de donde se alzó la fortificación por De Soto en el 1539.

Allá por los inicios del año 1700 se había logrado ganar al mar varias porciones entre Gallo y la Playa, y según viejas crónicas, en 1728 se había ganado al mar una gran extensión de terreno con un sistema de empalizadas que se lograba enterrando en el suelo troncos de madera en forma vertical y atándolos entre sí creando una estructura fuerte de contención.
A la parte donde hoy se encuentra el Club Nautico se le llamó Playa Norte y al resto, hasta donde hoy está laEstación del Ferrocarril, se le conoció por Plan de la Marina (debemos significar que “plan” en este caso específico quiere decir elevación, nivel superior, junto al mar).
El resto de la hoy calle de Cristina hasta Gallo y San Germán y hacia Marti, eran enormes manglares, la mayoría de los cuales fueron hechos desaparecer cuando la inmigración francesa.
En 1832, el gobernador interino Coronel don Juan Crisostomo de Moya y Morejon, ordenó que fueran cegados grandes pantanos que todavía se formaban en el Plan de la Marina y un año después, el gobernador en propiedad, don José Santo de la Hera, primer Conde de Valmaseda (tío del que luego llevó ese título, el teniente general don Blas Villate de la Hera, de ingrata recordación para los cubanos), terminó los terraplenes desde lo que hoy podíamos fijar entre las esquinas de Aguilera y San Francisco, siendo denominada la calle con su nombre.
Con el paso de los siglos, el fuerte sufrió diferentes adaptaciones, como la edificación de una vivienda en el XVIII; su conversión en cuartel en los primeros tiempos del XX.
Durante la intervención norteamericana en la Isla, y más tarde, formó parte del Colegio Seminario San Basilio Magno-Congregacion Hermanos La Salle, según consta en la Guía de Arquitectura del Oriente de Cuba (Andalucía, 2002).
En 1930, la revista Archipiélago recoge que “(…) se conservaban las aspilleras (abertura vertical, estrecha y profunda, practicada en algunos muros o murallas defensivas) que daban a la bahía y que caían en el callejón de Manga Chupa.
De que las bases eran sólidas, da fe justamente la angosta calleja, cuyo nombre oficial parece perdido para siempre. Desde allí pueden verse ahora mismo, restos de los muros originales de aquel revellín. Sobrecoge tocar esas piedras fundacionales.






Callejón de “Manga Chupa”.
La arquitectura actual se la debemos a la remodelación capital que se efectuaría durante la Alcaldía Luis Casero Guillén y formó parte de su gran proyecto de 100 obras para Santiago de Cuba, ordenó demoler lo que quedaba de la fortificación y alzar en su lugar un sitio vistoso, capaz de resumir la historia de la fundación de la ciudad, sobre el basamento, vestigio e inspiración de lo que existió, tal como remarca el historiador Raúl Ibarra en el periódico Oriente de 1951.









Para terminar revelación increíble de la triste historia de Hernando De Soto, un hombre de corta vida que tuvo algunos avatares de suerte pero otros muy desdichados y no hablo de que la gloria de su Balcón haya sido salvada en otro nombre, les hablo de una gran historia de amor eterno.
Estando en las labores de organización del nuevo gobierno, a De Soto le llegaron noticias de La Habana informándole que un corsario francés había desembarcado en dicha villa, saqueando la iglesia e incendiando el caserío de aquella nueva población. Hernando De Soto, debido a estas malas noticias, le ordeno a Mateo Aceituna ir al frente de un destacamento de soldados y artesanos para que, después de reparar los destrozos sufridos, comenzaran la edificación de un fuerte en el lugar con el propósito de defender la entrada de la bahía habanera.
De Soto, por su parte, preparó una fuerte expedición con la que, después de visitar Bayamo, Trinidad, Puerto Príncipe y Sancti Spíritus, llegó a La Habana a mediados de octubre.
Una vez en este poblado, Soto apoyó grandemente los trabajos de construcción del fuerte, siendo el primero que comenzó las obras de defensa de la bahía de La Habana.
Desde allí envió a Añasco y a otros tenientes de su tropa con diversas expediciones a las costas de La Florida, y él en persona dirigió la más importante a la bahía de Spíritu Santo.




Al partir hacia las costas de la Florida, De Soto había dejado a su señora Doña Isabel De Bobadilla de Gobernadora de la isla.
Recorre varios lugares que hoy forman parte de los estados de Georgia, Alabama y la Florida. Es cuando descubre el río Mississippi y conoce sobre una famosa leyenda que le cuentan los nativos acerca de la fuente de la eterna juventud. A pesar de tener solamente 43 años, decide acudir al mítico sitio pero desafortunadamente sus deseos no pudieron concretarse, Hernando De Soto el Gobernador de la Capitanía General de la isla de Cuba fue víctima de una fiebre maligna que acabó con su vida el 30 de junio de 1542.
Cuentan que la bella doña Isabel de Bobadilla, desde el día de la partida de su amado se quedo esperando su imposible regreso, esperaba durante largas horas a su esposo en la torre de vigía del Castillo de la Real Fuerza, que por aquel entonces era su vivienda junto al gobernador de la Isla.
Aquella larga espera convirtió a Isabel de Bobadilla en un personaje legendario, que con la vista puesta en el horizonte intentaba descubrir las naves que traerían de regreso al hogar a su esposo.
Dicen que la enamorada murió, finalmente, de amor. Unos años más tarde un artista habanero de origen canario, Gerónimo Martín Pinzón (1607-1649), se inspiró en aquella mujer que era un símbolo de la fidelidad conyugal y la esperanza y esculpió una figura en su recuerdo.
El entonces gobernador de la ciudad, don Juan Bitrián Viamonte, cuyo mandato abarcó desde 1630 al 1634, mandó a fundir la escultura en bronce y colocarla, a modo de veleta, sobre la torre añadida poco tiempo después al castillo.






El gobernador Bitrán bautizó la veleta con el nombre de Giraldilla, en recuerdo de la Giralda de su ciudad natal, Sevilla. Así, la Giraldilla se fue convirtiendo en el símbolo de la ciudad de La Habana, por tradición y por su historia, con matices de leyenda y de historia de amor. En la escultura aparece el nombre del gobernador que ordenó se fundiera en bronce. La figura es la de una bella muchacha vestida a la usanza del renacimiento español y con la Cruz de Calatrava en una de sus manos.
» … representa la Victoria, portando en su brazo derecho una palma, de la que solo conserva el tronco y, en la izquierda, en un asta, la Real Cruz de Calatrava, de cuya orden era caballero Bitrián de Viamonte; en la parte inferior del asta se ven las grapas que sujetaban la banderola que servía para dar dirección al conjunto por la acción del viento y que perdió durante algún huracán de los muchos que debe haber visto …».
Podría añadirse que la escultura representa una mujer de pie, con ciento diez centímetros de altura, que presenta la falda recogida sobre una de sus rodillas, lo cual se aprecia admirablemente, hasta en los dobleces de la tela. Y sobre el pecho ostenta un medallón con el nombre del escultor y una corona en la cabeza. En La Giraldilla se observan rasgos que evocan las facciones de la mujer española, por lo cual se considera una representación genuina de una ciudad tan espiritualmente española como lo es La Habana. La verdad es que aún su silueta se recorta en lo alto de la fortaleza contra el azul del cielo, y su bronce resplandece con destellos dorados, casi áureos, bajo el sol. Y tal parece que otea el horizonte, sin fatigarse, por el paso de los siglos, en espera de aquél que vendría cargado con el fluido mágico de una fuente fantástica, mientras ella contrinúa marcando la dirección de los vientos.La obra original, se conserva en el Museo de la Ciudad y una réplica se ubicó en lo más alto del castillo.
Gracias a Hernando De Soto por esta joya cuya singularidad desafía en el San Basilio Santiaguero, con sus muros evitó que la ciudad se derramara hacia el mar, y la defendió de todo mal, en nuestros días traspasar el umbral de su puerta es una vuelta a la memoria, a la historia, es divisar la bahía y los techos brillantes desde su altura divina.
Al final, Balcón de Velázquez o De Soto es el “Balcón más querido y antiguo de la ciudad”, su primer baluarte oficial.


















Referencias: Ecured.
Cronicas de Reinaldo Cedeño.
Otra vez me sorprende, no sabía que ese balcón, su nombre, había sido un «robo» jajajaja Gracias Isabel por tan bellas crónicas
A ti siempre las gracias, al pobre Hernando De Soto parecía que la vida le sonreía en suerte cuando fue ordenado Gobernador de Cuba pero los sucesos posteriores dieron al traste con esa aparente suerte, al final ni “fuente de vida eterna” ni gloria del Balcón Santiaguero.
Usted sabe que para mi siempre será un gran gusto nuestro compartir, antes le decía la biblia fotográfica y ahora le digo Colon por este gran descubrimiento e iniciativa de Elchago.com