«…Aunque no poseían ametralladoras, sí que tenían

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dos cañones de montaña, aunque con escasa munición.

Sus defensas consistían en seis blocaos de madera

con diez o doce hombres cada uno

y un fuerte de piedra denominado El Viso.

Las casas del pueblo habían sido aspilladas y

se abrieron trincheras en el suelo pedregoso,

y el juego de unas y otras ofrecía a los defensores un fuego rasante

 sobre un espacio de entre 600 a 1200 metros;

 en la punta Nordeste de la posición se encontraba el fuerte de El Viso,

guarnecido por 420 hombres, ocupando una colina

desde la que se dominan todos los accesos.

Las trincheras eran del tipo «carlista», es decir,

trincheras en las que la arena excavada,

en vez de utilizarse para formar un parapeto delante,

como era lo común en aquella época,

se tiraba hacia atrás esparciéndola,

para hacerlas más difíciles de descubrir.

La gran debilidad de la posición de El Caney

consistía en que podía dominarse con artillería

desde posiciones cercanas situadas en la sierra de Escandell…»

Enciclopedia Militar Española.

Era una de esas aburridas tardes durante la pandemia de Covid 19. Trataba de refrescarme del calor agobiante que nos mantenía inquietos y aprovechaba que había sido decretada la primera fase de una tímida apertura para poder salir de casa con un poco más de soltura, aunque barbijos y desinfectantes de manos se hubieren hecho ya habituales en nuestras vidas.

Durante casi tres meses habíamos observado un severo confinamiento que nos había permitido, por suerte, revalorar algunos espacios de El Caney que, si bien conocíamos y visitábamos desde que éramos chicos, constituían un universo de libertad para la población local y un micro mundo lleno energías positivas de las que procurábamos llenarnos en estos difíciles tiempos.  

Imagen antigua tomada desde El Viso.
Imagen antigua tomada desde El Viso.

Uno de estos espacios era El Viso, fuerte construido por los españoles alrededor de 1873, durante un período de relativa riqueza colonial que se derivaba de la producción y la exportación del azúcar de caña, el cual fuera concebido principalmente para contrarrestar futuras insurrecciones, semejantes a las que ya habían acontecido en las islas vecinas y en América del Sur, que le arrebataron a España gran parte de sus territorios de ultramar.

FUERTE EL VISO – EL CANEY/ 🇨🇺SANTIAGO DE CUBA.☆——————————————————–LUGAR DE…

Posted by El Chago – Santiago de Cuba on Tuesday, June 23, 2020

Estos movimientos de emancipación habían arrastrado hacia Cuba diversas oleadas de inmigrantes cuyas ideas encenderían más tarde las chispas de la independencia en territorio insular, que aún a finales del siglo XIX seguía siendo un importante bastión colonial en el llamado Nuevo Mundo.

La visual desde El Viso, en El Caney, es un hermoso fresco de Santiago de Cuba. Foto Michele Alessandro Montano Mugno
La visual desde El Viso, en El Caney, es un hermoso fresco de Santiago de Cuba. Foto Michele Alessandro Montano Mugno

En El Viso, durante el mes de abril, las colinas circundantes exhibían un color amarillento, llegando casi a lo parduzco, reflejo de la ausencia de lluvias al inicio de la primavera. Luego, el dos de mayo, como si la naturaleza y la historia misma del lugar quisieran recordar a Benito Pérez Galdós, cayó un torrencial aguacero que transformaría en pocos días la paleta de colores del sitio: los tonos amarillentos, ocres y parduzcos se transformaron en verdes, claros y oscuros, hasta en marrón oscuro, las flores de los flamboyanes en rojo carmesí y las de zarza en un violeta profundo.

Tratando de escapar al sopor vespertino, emprendíamos la caminata hacia El Viso casi siempre alrededor de las seis y media de la tarde, cuando el Sol estaba por ocultarse y el cielo se tornaba anaranjado fuerte, oscuro. Atravesábamos un camino asfaltado que bordeaba un viejo cuartel militar construido en los años 60, el cual estaba situado sobre una elevación que dominaba todo el pueblo de El Caney.

El camino al Viso, en El Caney, es un hermoso espectáculo natural. Foto Michele Alessandro Montano Mugno
El camino al Viso, en El Caney, es un hermoso espectáculo natural. Foto Michele Alessandro Montano Mugno

El camino estaba a su vez bordeado por inmensos árboles de mangos de mamey y corazón que nos proveían de una sombra muy agradable hasta llegar al fuerte. Puedo imaginar que en tiempos de la colonia habría sido solamente un angosto sendero o quizás una trocha.  

Una vez que llegábamos al lugar había unos monolitos unidos entre sí por cadenas de hierro de las cuales quedaban pocos vestigios. A la derecha de la entrada principal se encontraba un cañón y una reproducción de una inmensa bala enterrada en el pavimento. Detrás del cañón se levantaba un espacio rectangular con varias columnas de metal, con pisos de lajas y rodeado de plantas ornamentales.

En la parte frontal de este rectángulo había tarjas en español y en inglés, separadas por un busto incrustado en el muro con la cabeza del cacique aborigen Hatuey, el mismo que fuera quemado en la hoguera por los conquistadores, que, a punto de morir, y cuestionado incluso por los clérigos para que renunciara a su fe, expresó que no deseaba ir al cielo si allí habría también españoles. Yo conservaba una foto del busto que había desaparecido del lugar quien sabe por cuales razones.

Cabeza del indio Hatuey que misteriosamente desapareció del fuerte de El Viso. Foto Michele Alessandro Montano Mugno
Cabeza del indio Hatuey que misteriosamente desapareció del fuerte de El Viso. Foto Michele Alessandro Montano Mugno

Seguramente en este espacio se habían formado también los escuadrones de soldados encargados de defender el lugar por aquella época, segunda mitad del siglo XIX, se habían entrenado o simplemente agrupado allí para recibir las órdenes de sus superiores. De todos modos, ya El Viso tenía su sitio en la historia por haber sido teatro de los cruentos y definitivos combates que pusieron fin al poderío colonial español en su amada, pero rebelde isla de Cuba.

Igualmente, todas las tarjas colocadas en el fuerte, declarado Monumento Nacional hacía décadas, estaban escritas en los idiomas mencionados con anterioridad y nos contaban del papel que jugaran los tres ejércitos protagonistas de tan fatídico final: el ejército mambí, el español y el norteamericano.   

Fuerte El Viso, en El Caney, Santiago de Cuba. Foto Michele Alessandro Montano Mugno

Siempre en la entrada, a la izquierda, había otro amenazante cañón con más balas enterradas en el suelo a modo de decoración y desde este punto partía una escalinata serpenteante que conducía hasta la parte superior del fuerte, donde se hallaba un último cañón elevado sobre un enorme pedestal de concreto, en cuyos lados había también varias placas conmemorativas. Se podía subir al cañón trepando por medio de unos peldaños de hierro fundido.

Desde la cima se disfrutaba de un panorama espléndido de todo el poblado de El Caney, de la loma conocida como El Bonete, de la ciudad de Santiago, de la Sierra Maestra y de la Gran Piedra.

Hermosas visuales como esta convierten a El Viso en un excelente mirador en el oriente de Cuba. Foto Michele Alessandro Montano Mugno

Los pobladores locales, aprovechando un poco el relajamiento de las medidas de restricción y cansados del hastío que los mantenía en vilo desde hacía más de dos meses, gustaban, como yo, de subir al lugar para respirar aire puro, llenarse de las energías naturales positivas que les reservaba esta altura y así estirar también las piernas, pues en realidad no se podía prácticamente salir de los perímetros del poblado por la ausencia de transporte público impuesta en tiempos de cuarentena. Los había que corrían alrededor del Fuerte para mantenerse en forma. Otros organizaban pequeños picnics o reuniones entre amigos y sentados sobre la verde yerba del lugar comían sus almuerzos o meriendas.

El Viso, otrora escenario del sitio realizado al Caney por las tropas estadounidenses y mambisas, había pasado a convertirse en mirador natural sobre las suaves y ondulantes colinas que rodeaban el valle, plantado de mangos, marañones, mamoncillos y caobas. Cuenta la historia de Cuba que el ejército norteamericano, comandado por los generales Shafter y Lawton, había previsto que la toma del poblado no durara más de dos horas, debido a su artillería y caballería, poderosas, modernas y bien equipadas. Sin embargo, la resistencia de los españoles fue heroica: el combate se prolongó por casi doce horas enfrentando a 6 mil soldados, entre estadounidenses y mambises, contra apenas 550 realistas.

Predios de El Viso, en Santiago de Cuba. Foto Michele Alessandro Montano Mugno

El objetivo de dominar también la Loma de San Juan y los altos de El Escandell no fue fácil de lograr por parte del ejército estadounidense, que había distribuido armas entre la población local, hecho que disgustó enormemente a las autoridades españolas. El General de Brigada Joaquín Vara de Rey y Rubio y su ayudante de campo, primer teniente Cesáreo Domínguez Vara, se convertirían en las dos figuras memorables del ejército colonial por el valor y la hidalguía demostrados en la defensa de El Viso y de El Caney. Mientras, en la bahía de Santiago de Cuba y en el litoral sur se producía la batalla naval que enfrentara la armada de Cervera a la norteamericana.

La toma de El Viso y de San Juan le asestó sin dudas el golpe de gracia al dominio colonial español sobre Cuba, última y más preciada de sus posesiones en el Caribe insular. Los norteamericanos, en sus desembarcos, habían inmortalizado involuntariamente otros lugares como la playa de Daiquirí, que le daría su nombre al emblemático cóctel, y abierto la brecha para la enorme influencia que ejercerían sobre la nación cubana hasta enero de 1959.  

El Caney para Santiago de Cuba y el resto del país

El Caney y sus alrededores constituyen un crisol de razas, leyendas, encuentros y desencuentros históricos, pero sin duda alguna, lugares claves en el dominio de la cuenca sur de Santiago de Cuba en todas las épocas, colonial y republicana.

El suave césped verde que rodea los restos de los torreones defensivos del fuerte El Viso no deja imaginar la violencia de los combates que tuvieron lugar en sus predios. No obstante, a través de las numerosas tarjas clavadas en el lugar, podemos tener una idea, aunque lejana en tiempo y espacio, de la magnitud de las batallas que libraron estos tres ejércitos.

La huella aborigen presente también en algunos de sus moradores más antiguos, nos permite de igual modo confirmar la tesis histórica de que en El Caney vivieron los últimos grupos de indios, los cuales fueron confinados por los colonizadores a varias reservas.

A finales de los años 90 del siglo XX, un biznieto de Joaquín Vara de Rey llegó sorpresivamente a la biblioteca de El Caney, aquella construcción desaparecida hace más de una década, y le entregó a mi difunta tía Ana María Abiague, por entonces directora del local, un ejemplar de un libro editado en España en memoria del legendario General de la gesta de El Viso. Cuentan que hasta visitó mi antigua casa, allá en la calle Padre Las Casas, esquina a Colón. ¡Qué coincidencia, otra intersección con nombres de figuras legendarias!

El Viso, en El Caney, Santiago de Cuba, es un sitio que todo santiaguero debía conocer, es de obligada visita. Foto Michele Alessandro Montano Mugno
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