Vamos a estar claros: la cañandonga se ama o se odia, pero con ella no hay término medio.
El mismo olor que a muchos repugna, a otros le parece el mejor afrodisíaco al paladar. Pero la verdad es que una vez se extrae la pulpa del fruto, el aroma característico desaparece.

Y ni rastro de olor queda cuando el sabroso batido de cañandonga está listo, y sí aparece el sabroso sabor “achocolatado” que es una verdadera fiesta al paladar.
Ahora eso sí: ni loco pruebo yo el batido sin leche, es que con lácteo es casi un maridaje especial, es como tomar una bebida gruesa, con cereales, rica en hierro y que repleta el estómago.
En la ciudad de Santiago de Cuba las venden los carretilleros que deambulan por la urbe, quizás porque el árbol es más abundante en la región oriental. Cuando uno las compra lo primero que pregunta es: ¿son de masa o de hueso?
Existe el mito entre las personas, sobre todo entre quienes peinan canas, que la cañandonga es un alimento rico en hierro. Por eso se recomienda entre las embarazadas y quienes padecen de anemia.
No hay mayor placer que sentarse y armado con una piedra o martillo ir desmenuzando la fruta para extraer la pula acompañada de semilla. Eso sí, no deje de extraer la melaza de la punta.
Para algunos es la parte que más sabor tiene, a no pocos resulta demasiado fuerte.

Cuando visitaba en los años 70 del Siglo XX a Palma Soriano y el pueblecito Candonga, la probe en batido, muy exquisito saber, frescante y de verdad que llena. No me dejaron oler desde el inicio para que no me prejuiciara.
es delicioso…. se lo aseguro, el olor no mata pero es fuerte.